Publicado 15/05/2011
Francisco Castro Castillo
En mi condición de médico, registro con indignación las denuncias que a diario vienen haciendo los medios acerca del festín sobre la salud que hacen algunas EPS -en particular SaludCoop-. La ley 100 consagra como filosofía la cobertura en salud para el pueblo colombiano en sus expresiones de régimen contributivo y subsidiado, con el deber del Estado, de girar a las EPS los recursos financieros bajo la modalidad de UPC- traducido en un valor determinado de dinero por paciente para su atención manejado por el fosyga.
Lo que se vive en la práctica, es la aparición de un perverso mercado de la salud agrupado en ACEMI, convertidas en monopolios prestadores de salud que ante los ciudadanos, parecen no tener control alguno de parte de las instituciones creadas para su inspección y vigilancia, llámese Minprotección social, secretarias departamental y municipal de salud, y SùperSalud. El negocio es tan lucrativo, que no sólo es la atención de paciente, sino extendido a medicamentos, cuyos valores se inflaron de manera exponencial desangrando vulgarmente las arcas del Estado, poniendo en riesgo la sostenibilidad del sistema.
Ante la opinión existe el convencimiento que al Ministerio de la protección Social, se le salió de las manos el manejo y control de la salud de los colombianos, como el suministro de los medicamentos, que simula existir un contubernio malsano con las EPS para defraudar al Estado, sin importar la suerte de pacientes convertidos por argucias en clientes.
Son muchas las denuncias y las incautaciones por los organismos de seguridad de medicamentos falsificados que van al consumo humano con el consiguiente perjuicio para la salud.
¿Acaso no es este otro negocio rentable y clandestino que no tiene control y vigilancia por parte de las entidades responsables, muchas de las cuales se encuentran más interesadas en la convivencia tolerante del negocio entre las ARS, EPS y municipios, que responder a su compromiso ético de protección y asistencia de la salud ciudadana?, que pone en evidencia un rotundo fracaso de la administración de la salud a pesar de estar catalogada como la mejor en América Latina, y una de las más organizadas del mundo.
Lamentable, todo lo construido se ha venido a pique en cuestión de momento, jugando un papel primordial las secretarías de salud departamental y municipal y la Super-Salud, y el sistema judicial que con sus desenfrenadas tutelas, han forzado al diabólico sistema de recobro al fosyga, cubrir sus demandas, que también tiene responsabilidad del desbalance financiero al retener en títulos de tesorería buena parte de los recursos del sistema.
Bienvenida la intervención a la EPS- SaludCoop de parte de la Supersalud. Estaba en mora la medida a la más gigante empresa de salud con 4millones de afiliados y un 30% del manejo de la salud, convertida en monstruo prestador de salud, temible por médicos, paramédicos y acreedores, por su poder dominante e intimidatorio. Su crecimiento vertiginoso a base de prácticas torticeras, no tenía límites aparentes al haberse degullido a Cafesalud, Cruz Blanca y otras empresas afines, constituyéndose así, en “grupo empresarial” a investigar por la Super Sociedades, al no estar inscrita como tal.
Sus fallas financieras empezaron a denunciarse desde el 2004, por el desvío de 195 mil millones, para compras de edificios, canchas de golf y clubes sociales, con evasión de impuestos sin que para ello se tomaran correctivos porque se consideraba intocable, con una capacidad de lobby impecable, que le permitió inversiones en Méjico, Panamá, Chile, República Dominicana, hoteles Resort, Títulos valores en Proyectar por 7 mil millones, corredores asociados por 14.490 millones, fideicomisos por 14 mil millones, “inversión la DIAN” por 78 mil millones sin conocerse su destinación, con un desfase de 47mil millones en sus activos.
El gerente removido Carlos Palacino, venido de seguros La Equidad, donde oficiaba como corredor, era considerado un “Super Ministro”: construyó para sí, un bunker como oficina, con salario de 80 millones de pesos, a quien pocos tenían el privilegio de acceder por considerarse “poderoso e intocable”, solo hecho a la medida del sastre para sus pares, Ministros, Senadores, Embajadores y Presidentes de grupos financieros y empresariales, con los que jugaba golf, y en clubes palaciegos, urdía el negocio de robarse el dinero de la salud aprovechando la fragilidad jurídica del sistema, y de contera, la aparición del temido recobro al Fosyga.
Aquí fue Troya. Un verdadero torbellino envolvió las arcas del sistema que enriqueció a SaluCoop. Palacino, se consideraba un enviado divino venido a salvar a la humanidad de la peste llamada corrupción en salud, para luego revolcarse en ella como un vulgar y despreciable cerdo. Su capacidad de lobby para manipular los decretos reglamentarios de la ley 100, era indescriptible. Conocía el negocio para con él, afianzar el desafío a la verticalidad.
Experto en burlar la no entrega del 60% de los recaudos para alimentar la red pública para su sostenibilidad, y el 30% para sus operaciones de prestador, que en la práctica invirtió para su beneficio, colapsando la red pública hospitalaria, con deudas vencidas de 370 mil millones